Darío de Regoyos y Valdés (Ribadesella, Asturias, 1 de noviembre de 1857 - Barcelona, 29 de octubre de 1913)
“Seguíamos con los ojos desde la tierra a los lanchones para ver la llegada del
pescador, bajando al muelle, donde un artista nunca se aburre, allí hay maravillas que vistas al través de las redes puestas a secar, forman telones extraños como cuadros de pintura “pointillée” o puntillista”.
Hijo del Arquitecto y Ayudante de Obras Públicas Darío Regoyos Morenillo, se trasladó en su juventud a vivir a Madrid. Entró en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1878. Allí fue alumno del belga Carlos de Haes, de quien heredó la tradición paisajista romántica.
Invitado por sus amigos Enrique Fernández Arbós e Isaac Albéniz y siguiendo el consejo de Carlos de Haes, Regoyos visitó Bruselas en 1879. Se matriculó en la École Royale des Beaux-Arts.
En años posteriores (entre 1881 y 1893) compaginó estancias en Bélgica y los Países Bajos con visitas por la geografía española. Participó en la fundación de varios círculos artísticos como L'Essor o Los 20, donde conoció a Ensor y a Rodin. Impulsó exposiciones, conciertos y todo tipo de actividades culturales con el objetivo de desarrollar el arte moderno en Bélgica
En 1883, acompañó a varios colegas en un recorrido por España. Se instaló en el país al año siguiente, y allí se casaría en 1895, aunque siguió efectuando múltiples viajes. Durante este período, la pintura de Regoyos evolucionó del naturalismo al pre-simbolismo de su serie La España negra, y finalmente, ya en su madurez, se movió en un estilo próximo al impresionismo y al puntillismo, siendo en cierta manera más atrevido que Zuloaga y Joaquín Sorolla.
En el año 1888, Darío de Regoyos, regresó a España acompañado de su amigo el poeta Emile Vehaeren (1855-1916), después de una larga estancia en Bruselas. Su intención era la de realizar un viaje en diligencia: “empezando desde San Sebastián y siguiendo la costa de Guipúzcoa”. Durante el recorrido fueron tomando apuntes literarios y dibujísticos de las costumbres, de los tipos humanos, del folklore y del paisaje que posteriormente, a su regreso a Bruselas, publicaron en la revista L’Art Moderne, dirigida por Octave Maus. El último artículo que Verhaeren remitió a Maus apareció bajo el epígrafe de «España Negra» y por ese título se ha conocido desde entonces el conjunto.
En España se conocieron a partir de los primeros días del mes de diciembre de 1898, fecha en la que Regoyos los comenzó a publicar en la revista “Luz de Barcelona”; cada semana salía un nuevo artículo en el que se reproducían parte de las ilustraciones. Más tarde, en 1899, esas impresiones viajeras se editaron en forma de libro, prologado por Rodrigo Soriano. En la primera entrega, el crítico A. L. Barán hizo la presentación de Regoyos. acompañada de un retrato del pintor hecho por Ramón Casas.
En el año 1963 se hizo la segunda edición de la obra, a la que se añadieron láminas de cuadros del pintor y dibujos del desaparecido “álbum vasco”. En esta última edición, España Negra, viene precedida de un fragmento de las memorias de Pío Baroja, en las que habla de la amistad que le unió a Darío de Regoyos. No se conocen con exactitud las aptitudes literarias del pintor; se reducen a unas cartas y a su participación en este libro. Juicios positivos han sido los manifestados por Juan del Enzina y por Pío Baroja; este último, en un párrafo de sus Memorias, dice:
“Regoyos escribía bien: a mí me escribió varias cartas llenas de observaciones -¿micas, pintorescas, sobre la pintura y las gentes conocidas...”
en España Negra existen pequeños detalles técnicos en los que Darío de Regoyos juega un papel literario más activo. Es lo que se advierte en una de las descripciones del paso de Guipúzcoa a Navarra “Para pintar aquellos campos parece que hace falta una nota de luz que sirva de dominante como el último rayo de sol rojizo o anaranjado que forme sus complementario u oposiciones azules, y si es en invierno, una luz solar algo eléctrica, de un amarillo limón con sus complementarios violáceos".
En su etapa madura, realizó abundantes paisajes del natural (plenarismo), de localidades de Vizcaya y Guipúzcoa. Su dibujo resulta un tanto primario, casi naif, en contraste con un colorido vivo de gusto internacional, que entonces era mayoritariamente denostado en España. Existe una amplia muestra de su arte en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, el MNAC de Barcelona y la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza.
En la sencillez de Regoyos había una decidida voluntad de ruptura frente al arte oficial, y el ingenuo Regoyos era el pintor español mejor informado de su tiempo y más integrado en la vanguardia internacional. Es bien conocida su relación con el grupo neo impresionista, con Pissarro, Seurat, Signac y los demás, aunque rara vez cultivara un divisionismo ortodoxo.
Más tarde, en su etapa de madurez, su pintura se abrirá como consecuencia de su cambio de actitud; transforma su visión pesimista y rechaza la postura hipercrítica para tomar contacto con los paisajes claros, limpios y serenos en los que se desgranan visiones de aldeas, mercados, bailes, etcétera, con una pintura sencilla y directa en la que recoge, con su visión ingenua, el espectáculo que le ofrece la naturaleza.
Regoyos murió en Barcelona, el 29 de octubre de 1913, aquejado de un cáncer. No demasiado apreciado en vida, tras su fallecimiento se le dedicó una exposición-homenaje en la Biblioteca Nacional de España, en Madrid.
Enlaces
http://es.wikipedia.org/wiki/Dar%C3%ADo_de_Regoyos
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