Katy Grannan, Arlington, Massachusetts, (1969) reside en Berkeley, California. Licenciada por la Universidad de Pennsylvania y Master por la Escuela de Arte de la Universidad de Yale. Ha expuesto en numerosos museos e institutos, como el Museo Guggenheim y publicado en Artforum y The New Yorker, entre otros.
Katy Grannan encuentra sus modelos a través de anuncios clasificados en la prensa como: “Se buscan modelos. Fotógrafa busca a personas para retratarlas. Cualquier edad. Cualquier tipo. No se requiere experiencia. Se pagará”. Aquí Grannan introduce lo azaroso como el punto de partida de sus creaciones ya que hay pocos requisitos para ser incluido en sus obras. Ella parece dispuesta a fotografiar a cualquiera, salvo quizás a personas célebres. A diferencia de Catherine Opie o Nan Goldin, que toman fotografías de sus amigos o de miembros de las comunidades a las que pertenecen, Grannan no conoce a sus modelos hasta el momento en el que se ponen en contacto con ella. Antes de comenzar la sesión hay una entrevista que podría extenderse durante algunas horas. Esta conversación podría ayudarla a decidir cómo representarlos.
La fotógrafa toma algunas decisiones estéticas y se apoya en algunos criterios para componer las imágenes. Podría, por ejemplo, aprovechar la expresividad de los rostros, como hace con algunos de sus personajes, captados desde close ups, que miran con fijeza hacia la cámara, frunciendo las cejas o sonriendo. En otras fotografías se privilegian los gestos de las manos o las poses de las figuras, como cuando muestra un dedo apuntando hacia algo o alguien que no es posible ver, una mano sosteniendo un cigarrillo o un modo histriónico de acariciarse el cabello. Hay también imágenes en las que la artista enfatiza las peculiaridades del cuerpo: un torso tatuado, un anciano peludo, una mujer con el vientre abultado y la esbeltez de un adolescente.
En muchos casos, esas particularidades tienen que ver con síntomas de envejecimiento: arrugas, venas varicosas, celulitis, canas, manchas en la piel y hombros encorvados. Hay también representaciones sensuales, mostradas mediante la ambivalencia sexual o la manera en las que se visten los modelos.
En esta serie de fotografías todos los personajes son retratados al aire libre, contra un fondo de paredes blancas, cuya superficie es a menudo ríspida y brillante. Este fondo sugiere un clima cálido, que crea un entorno común para las figuras. Las paredes disminuyen las referencias a lugares específicos y al mismo tiempo agregan un sentido de proximidad entre el espectador y la persona captada en la foto
Me gusta creer que, incluso cuando no aparece en las fotografías, Grannan participa como alguien que interpela a un transeúnte que le resulta desconocido. Alguien que se dirige a un ser humano que, al pasar, exhibe una subjetividad que es a un mismo familiar e inquietante. El hombre o la mujer anónimos que muestra aquello que los griegos llamaban Zoë: una plenitud de vida. Grannan ofrece imágenes de diálogos afortunados, en los que el otro está momentáneamente dispuesto a compartir sus obsesiones y angustias. Sus imágenes son quejas contra la alienación social, la indiferencia hacia el otro, el temor a los desconocidos y la falta de comunicación.
Texto inicialmente publicado en ArtExperience NYC (en español), Vol. 1, No. 2, Primavera 2011, páginas 91-97. Para ver más imágenes de la artista, ir a www.artexperiencenyc.com
Publicado por: Ernesto Menéndez-Conde
Enlaces
http://lapizynube.blogspot.com/2011/05/katy-grannan-y-los-desconocidos.html
Brutal!!
ResponderEliminarTanto el planteamiento como el resultado.
Fantástica entrada